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La relevancia del estudio de la geopolítica y la complejidad de la Guerra Civil Rusa (1917–1923)

  • Márcio Forti
  • hace 18 horas
  • 6 Min. de lectura

Marcio Forti[1]


Mapa vintage en tonos sepia, dibujado en estilo de grabado antiguo, mostrando el mapa de Mackinder de 1920.  El mapa detalla las fronteras propuestas para nuevos estados independientes en Europa del Este y el Cáucaso después de la Primera Guerra Mundial, como Ucrania y Georgia, que rodean la "Rusia Bolchevique".  La leyenda en la esquina superior derecha indica las "fronteras aproximadas de nuevos estados independientes propuestos por Mackinder" y "fronteras internacionales existentes", además de una brújula en la esquina inferior izquierda.

Este mapa es de 1920, del período de la Guerra Civil Rusa, que fue uno de los conflictos, así como, la Guerra greco-turca de 1919–1922 y la Guerra húngaro-rumana de 1919, que sucedieron tras la Primera Guerra Mundial (1914–1918), siendo heridas abiertas (conflictos no resueltos) tras la Gran Guerra. Fue diseñado por Halford Mackinder, geógrafo inglés y considerado, uno de los referentes y padres de la geopolítica clásica contemporánea. Mackinder fue el padre de la “teoría del Heartland”, señalando que, el control de la región, aproximadamente desde Europa del Este hasta los Urales, garantiza el manejo de Eurasia, por consecuencia, de la Isla-Mundo (Europa + Asia Occidental + Asia Central) y, por lo tanto, del Planeta.

¿Por qué? Recursos naturales casi infinitos, centralidad geoestratégica, potencial demográfico, factibilidad de integración infraestructural, etc. Aunque Inglaterra haya sido responsable de la caída de la monarquía rusa (a través de la masonería), inmediatamente apoyó al lado “blanco” de la Guerra Civil Rusa, que implica, un espisodio histórico, altamente complejo, no debiendo ser tratado, obviamente, por una visión maniquea, reduccionista y superficial, haciendo que solo puede ser entendida por un enfoque multidimensional.

Muchos pueden preguntarse, las razones por las cuales, Londres respaldó muchas facciones del lado “blanco”. Consistía en el eje más fragmentado (había republicanos liberales, monárquicos tradicionalistas, monárquicos liberales, socialistas antibolcheviques, etc.) y, por lo tanto, más cooptable. El propio Mackinder fue enviado, como emisario a Rusia Meridional, comandada por Anton Denikin. El gobierno “blanco”, a cambio del apoyo inglés, acordó después de la victoria, hacer la Rusia Blanca, Ucrania, Rusia Meridional (todo desde Rostov y Volgogrado hacia abajo, por lo tanto, incluyendo Chechenia, Ingushetia, Osetia del Norte, etc.), Daguestán, Georgia, Azerbaiyán y Armenia.

En otras palabras, el apoyo inglés a los “Blancos” no tenía como objetivo, sacar a los bolcheviques del poder, sino rodear el territorio de la Rusia “Roja” con pequeños estados pro-ingleses hostiles, que estarían en conflicto perpetuo con Rusia “Roja”, además de cortarle el acceso al resto de Europa del Este y al Mar Negro, aislando, de esa manera, el país. Se trata, evidentemente, de un cordón sanitario construido desde el “Rimland”, como estrategia de contención permanente que impediría la temida alianza, entre Rusia y Alemania, prioridad estratégica inglesa desde la “Santa Alianza”, pues como sabemos, una alianza geoestratégica amplia entre estos dos gigantes, cerraría el Arco de Eurasia.

En la práctica, como apéndice, recordamos aquí que, impedir la unificación continental europea, ha sido central en la geoestrategia inglesa desde el período de los Habsburgo y que, el “apoyo” inglés a Portugal nunca tuvo otro propósito que el de crear también una “Ucrania” ibérica, así como, el respaldo de Londres a Viena, consistió en crear una “Ucrania” germana envuelta al Dualismo Alemán y a la cuestión alemana, con los ingleses siempre impidiendo la consumación y consolidación de la Gran Alemania, que abarca, sin lugar a dudas, la Marca oriental o Reino del Este, la Austria, que comparte con la Prusia, una historia común y compartida, siendo la cuna lingüística del Dasein alemán. Lo mismo se aplicó después a Francia, etc.

Este proyecto, simplemente, actualizado y ampliado, cuando los padres de la geopolítica, se dan cuenta del potencial de Rusia, lo que solo ocurre después de las Guerras Napoleónicas, cuando se da a cabo, el Concierto Europeo, a través del Congreso de Viena, tras la Batalla de Waterllo, que establece un nuevo orden geopolítico para el continente, que perdura por unos 55 años, con los éxitos de las unificaciones tardías, de Italia, Alemania, Rumania, Serbia y Bulgaria, entre 1859 y 1885, rompiendo el equilibrio geopolítico delimitado en 1815.

¿Suena familiar todo esto? ¿Se están repitiendo hoy estos debates, conceptos y términos de hace exactamente 100 años? ¿Sería una coincidencia? Pero, la “Guerra de Ucrania” comenzó en febrero de 2022, ¿no? ¿Cómo puede ser eso posible? ¿No es este conflicto para defender la soberanía y la democracia de Ucrania contra el imperialismo ruso de un Putin repentinamente enloquecido? ¿O será que, lo que está sucediendo es fruto de la megalomanía globalista anglosionista de siglos, que pretende dar un golpe mortal a una de las únicas barreras que quedan para la dominación mundial sioatlantista y que, no le importa si el camino esté pavimentado con los huesos de ucranianos, bálticos, polacos, etc? Recordando que, Polonia y los tres enanos bálticos componen, actualmente, el Arco de la Rusofobía, instrumentado por el Sio-Atlantismo del Arco Transatlántico de la Anglósfera.

Por cierto, ante todo este panorama abordado, el caso del asesinato de los Romanov representa un fenómeno polémico, típico de la Guerra ‘civil rusa’. Nadie asumió la responsabilidad por lo sucedido. Hasta el día de hoy, no se sabe si fue Lenin quien dio la orden o no. Desde el punto de vista de un mando superior, esta es una decisión estratégica. Pero la ejecución de la orden es otra historia. Si en el orden superior, podemos hablar de una cuestión, meramente estratégica, de maquiavelismo político y de realismo, en lo que concierne a la ejecución del orden y los personajes inmediatamente involucrados, la historia es bastante diferente.

Sin embargo, al llevar a cabo la orden, la historia toma un rumbo antagónico. Sí, hubo abuso, crueldad y posiblemente incluso necrofilia. El líder de los verdugos, Yurovsky, así como algunos otros verdugos, eran de ascendencia jázara y, ciertamente, tenían razones no revolucionarias para matar a los Romanov de la forma en que lo hicieron (el Soviet de los Urales, dirigido por su compañero jázaro, Goloshchyokin, por ejemplo, que fue quien más presionó para la ejecución de los Romanov con Sverdlov y para que Yakovlev llevara a los Romanov a su región en vez de directamente a Moscú). Pero, debemos comprender que, del otro lado de la guerra civil, que como vimos, por las fuerzas implicadas de ‘civil’ nomás lleva el nombre, del lado de las facciones mayoritarias del Ejército Blanco, lo que le esperaba a Rusia era la fragmentación en más de diez países, según orienta Mackinder, asesor del Ejército Blanco enviado por Londres, una ‘democracia liberal’ y, si hubiera alguna monarquía, los Romanov serían meros “títeres” temporales hasta que tuvieran el destino de los Borbones franceses.

Por supuesto, también hubo otras orientaciones entre los blancos, pero de facciones minoritarias e independientes, como la de Ungern-Sternberg y de algunos rumanos étnicos, como el caso de Vladimir Purishkevich, sin olvidar el legado de Pavel Cruşeveanu, que, aunque muriendo en 1906, mantenía la misma orientación. El grueso de la dirección y del liderazgo del Ejército Blanco estaba formado por liberales, republicanos, masones, neo ilustrados, monárquicos parlamentarios y similares, que fueron directamente responsables del hundimiento de Rusia en décadas anteriores y de la Revolución de Febrero.

Estas son solo algunas pequeñas reflexiones sobre ese período turbulento de la historia rusa. En términos generales, a quien esto le pueda interesar, confirmando nuestro relato, prácticamente ninguno de los involucrados en la muerte de los Romanov sobrevivió a las purgas del período estalinista. En su mayor parte (en cuanto a quienes no murieron antes por otras razones) fueron personas que terminaron involucrándose con las diversas facciones antiestalinistas a lo largo de la década de 1930, siendo éste, dicho de paso, un detalle que no se puede ignorar. Precisamente por esa altísima complejidad geopolítica, que implica dicho episodio histórico, no es recomendable acudir a relatos míticos de los acontecimientos posteriores a la Revolución de Febrero.

La Guerra Civil Rusa, como es conocida por el sentido común, es uno de esos eventos muy complejos para los que, ningún maniqueísmo puede dar una explicación consistente. Había intereses de una serie de rasgos, internacionales, nacionalistas, revolucionarios, globalistas, anarquistas, todos mezclados en los diversos ejércitos blancos independientes y en el frente unido de los rojos. Como sabemos hasta el cansancio, cualquier abordaje superficial y reduccionista, sobre eventos altamente complejos, se encuentra totalmente desconectado de la realidad histórica. Rusia, Irán y China, naciones altamente complejas, ancladas a una profunda concepción Imperial (la Politeia, siendo la máxima realización política del Hombre) con trayectorias multimilenarias por detrás y con elementos geopolíticos que se relacionan con diversos actores en una elevada red de diferentes intereses, no son entendidas, en un primer instante y contacto, por amateurs.

En conclusión, estudien más geopolítica, miren menos, por ejemplo, Globo News o Televisa. Es decir, aprendan fuera de la media corporativa, que promueve, como sabemos, una intoxicación total, creando concepciones de mundo totalmente desconectadas de la realidad de los hechos geopolíticos.


Referencias:

[1] Escritor, Especialista en Irán, Europa del Este y Asia Central.

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